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Con la mirada en el pasado de WorldSBK: Un duelo imborrable

Friday, 4 May 2018 13:43 GMT

WorldSBK.com revive la emocionante Carrera 2 de Imola en 2002, que definió dos trayectorias deportivas legendarias

Es la batalla que estableció el estándar. Quizás la carrera más comentada en la historia de WorldSBK, y sin duda una de las más comentadas en la competición sobre dos ruedas. Un duelo que todos los desafíos por el título de los últimos dieciséis años han aspirado a reflejar. Colin Edwards y Troy Bayliss, el `Tornado de Texas´ contra la sensación australiana. Tres años de clímax continuado que desembocaron en Imola con un epílogo en dos partes.

El cambio de milenio estuvo marcado por el ascenso de dos de las estrellas más brillantes de WorldSBK. Colin Edwards hizo su debut en WorldSBK sobre una Yamaha en 1995, pero fue en 2000 cuando llegó su gran eclosión, llevándose su primer campeonato en una temporada salvaje en la que pilotos de seis fabricantes se adjudicaron los primeros seis puestos en la clasificación.

En la parte posterior de ese grupo estaba un debutante Troy Bayliss, que llegó a mitad de temporada como reemplazo de la Leyenda de WorldSBK Carl Fogarty después de su accidente en Philip Island y posterior retirada. El año siguiente, en su primera temporada completa, Bayliss conmocionó al paddock con un sorprendente primer título.

El escenario estaba listo para un enfrentamiento que se prolongaría durante toda la temporada. Sin embargo, a falta de cuatro Rounds y medio para el final de la campaña,  Bayliss sumaba 14 victorias por sólo 2 de Edwards. El estadounidense había terminado segundo en diez de esas carreras, pero incluso entonces, la brecha era de 58 puntos, y aunque la temporada no había terminado, la batalla si parecía haberlo hecho.

Hasta que algo hizo clic. Edwards ganó la última carrera en Laguna Seca, seguido de un doble triunfo en Brands Hatch. Y otro en Alemania. Y otro en Assen. Sin embargo, incluso eso no debería haber sido suficiente, ya que Bayliss había terminado segundo la mayor parte del tiempo y mantenía una ventaja al frente de la clasificación.

Y luego, el australiano se cayó en la horquilla Strubben, disputando la Carrera 2 de Assen. Ahora solo un punto separaba a los dos rivales al encarar el Round final, y era el tejano quien lideraba la tabla.

La Carrera 1 fue un evento fantástico y lleno de drama. Una bandera roja interrumpió la carrera a la mitad, y la ventaja era para Edwards. La segunda parte se la llevó Bayliss, y los tiempos combinados dieron ventaja a la Honda. Eso le otorgaba una ventaja de 6 puntos para rematar la temporada: Edwards no necesitaba ganar.

La Carrera 2 comenzó con un estallido. Bayliss salió disparado tras apagarse los semáforos, pero Edwards le dio alcance menos de tres vueltas más tarde, en Rivazza. Imola es la tierra sagrada de las Ducati, pero aquí el piloto de Honda era intocable, el resto del grupo se veía borroso a lo lejos. Solo Bayliss podía aguantar, apenas, a veces luchando por mantenerse sobre la moto, como un corredor de maratón al final del recorrido. Pero todo lo que le quedaba en el depósito estaba bien gastado: escogió su momento en la Variante Bassa, llegaron a la recta uno al lado del otro, y en la vuelta 15, finalmente el australiano estaba adelante.

Bayliss sabía que esto no era suficiente. Necesitaba ayuda, a alguien, quien fuera, en la lucha. Redujo el ritmo, décima a décima, mirando frenéticamente por encima del hombro en busca de una señal, al igual que Edwards. A falta de cinco vueltas, Bayliss consiguió lo que quería, o mejor, a quién quería, Ruben Xaus, su compañero de equipo en Ducati. De repente, se convirtió en una batalla a tres, menos de un segundo entre ellos. Edwards no necesitaba la victoria, pero sabía que necesitaba la segunda posición.

Llegó el ahora o nunca para el tejano: Superó a Bayliss en el interior de Tosa, raspando el espacio libre. Entonces Xaus perdió terreno por culpa del embrague. El destino había dictado que esa no era su batalla. El título estaba resuelto. Pero la vuelta final fue mucho más que un título. Bayliss se situó delante en Villeneuve, pero Edwards contraatacó en Tosa, arriesgando todo y más. No, Edwards no necesitaba la victoria, pero la deseaba desesperadamente. Intercambiaron posiciones de nuevo, dos veces, en Piratella. Bayliss se tambaleó, casi se salió fuera en Acque Minerali, y Edwards se encontró con la bandera a cuadros.

Ambos hombres habían luchado hasta la extenuación. Sabían que no volverían el próximo año, ambos se unirían al paddock de MotoGP. Su imagen final en WorldSBK juntos era ideal: radiantes, uno al lado del otro, como si nada hubiera sucedido en los últimos 30 minutos. Los anales del campeonato dirían lo contrario, pero allí no había vencedores ni perdedores: solo dos pilotos que habían cimentado su legado.

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